María Josefa de la Soledad Alfonso-Pimentel y Téllez-Girón, XII duquesa de Benavente, fue una aristócrata española, duquesa consorte de Osuna y mecenas del pintor Goya así como de otros artistas, escritores y científicos.
Era hija de Francisco Alfonso-Pimentel y Borja y de María Faustina Téllez-Girón y Pérez de Guzmán. Por nacimiento era condesa-duquesa de Benavente y el 29 de diciembre de 1771 se casó con su primo Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pacheco, IX duque de Osuna.
De acuerdo con las fuentes contemporáneas, la duquesa era una mujer no muy bella, pero de aguda inteligencia, elegancia y compostura. Fue un personaje muy destacado en Madrid, en lo cual rivalizó con la reina María Luisa y con la duquesa Cayetana de Alba. Interpretó un importante papel en la sociedad española de la época.
La duquesa mantuvo uno de los salones literarios más importantes de Madrid, convirtiéndose en la personificación de los aristócratas ilustrados del siglo XVIII tardío. En este sentido, fue una de las dos primeras mujeres en ingresar en la Real Sociedad Económica Matritense. Ante la polémica levantada por la admisión de mujeres, se formó en la Matritense la Junta de Damas de Honor y Mérito (1787), de la que la condesa de Benavente y duquesa de Osuna fue nombrada presidenta.
En ella y en su marido, el pintor Francisco José de Goya y Lucientes encontró unos apoyos fiables que se distinguían por un avanzado gusto artístico. La duquesa no sólo adquirió una de las primeras carpetas de la serie de grabados Los caprichos sino que fue probablemente quien encargó al pintor dos series de cuadros de gabinete hoy famosas, entre ellas un grupo de escenas de brujería en la cual destaca el óleo El aquelarre (1798) y Vuelo de brujas.
En un famoso retrato que le hizo Goya, la duquesa aparece de pie con actitud de noble reserva, volviéndose hacia el espectador. Sus vestiduras siguen la moda iniciada por la reina María Antonieta en París en aquella época. En otro cuadro de Goya la familia ducal aparece retratada. En un cuadro de gran formato, Goya tuvo éxito en percibir el alma de sus modelos con gran habilidad y sabiduría. En el sereno grupo, Goya supo captar la bonhomía del duque, la inteligencia de la duquesa y la sutilmente diferenciada inocencia de sus cuatro hijos.
Fue la creadora del que hoy es el madrileño parque de El Capricho, un deseo personal para su villa de recreo que hoy constituye uno de los más ricos patrimonios de la villa de Madrid.