domingo, 1 de marzo de 2020

CLARA CAMPOAMOR



Clara Campoamor Rodríguez fue una abogada, escritora, política y defensora de los derechos de la mujer española. Creó la Unión Republicana Femenina y fue una de las principales impulsoras del sufragio femenino en España, que se logró en 1931, y por primera vez fue ejercido por las mujeres en las elecciones de 1933. A causa de la Guerra Civil tuvo que huir de España y finalmente murió exiliada en Suiza.

Nació en Madrid y fue bautizada como Clara Campoamor Rodríguez, hija de Pilar Rodríguez Martínez, costurera, y Manuel Campoamor Martínez, contable en un periódico.
En 1898, con diez años de edad, la muerte de su padre llevó a Clara a dejar sus primeros estudios para colaborar en la economía familiar. Estuvo trabajando de modista, dependienta de comercio y telefonista, y en las oposiciones de junio de 1909 consiguió plaza como auxiliar femenina de segunda clase del cuerpo auxiliar de Telégrafos del Ministerio de la Gobernación, con destinos sucesivos en Zaragoza y San Sebastián. En 1914, ganó una plaza en el Ministerio de Instrucción Pública, con el primer puesto por oposición, lo que le permitió regresar a Madrid, donde fue destinada como profesora especial de taquigrafía y mecanografía en las Escuelas de Adultas. Durante los años siguientes alternó este trabajo con los de traductora de francés, auxiliar mecanógrafa en el Servicio de Construcciones Civiles del propio Ministerio, y secretaria de Salvador Cánovas Cervantes, director del periódico conservador, maurista, La Tribuna, trabajo que le llevó a interesarse por la política y a publicar algún artículo.
En 1920 inició sus estudios de bachillerato, consiguiendo el título y matriculándose luego en la Facultad de Derecho, por la que se licenció el 19 de diciembre de 1924. Mientras tanto, se dedicó a participar en algunas asociaciones e impartió varias conferencias. Con 36 años, se convirtió en una de las pocas abogadas españolas de la época, y pasó a ejercer su profesión. En 1925 se convirtió en la segunda mujer en incorporarse al Colegio de Abogados de Madrid, un mes después que Victoria Kent.
Algunas fuentes deducen que sus ideas sobre la igualdad de las mujeres la acercaron al PSOE, que en ese período escribiría el prólogo del libro Feminismo socialista de María Cambrils, dedicado a Pablo Iglesias. Pero nunca llegó a afiliarse a dicho partido, ni aceptó la colaboración de los socialistas con la dictadura de Primo de Rivera. Sí perteneció, en 1929, al comité organizador de la Agrupación Liberal Socialista, que desapareció poco tiempo después. Clara y Matilde Huici, republicanas y enemigas del régimen de Primo de Rivera, propusieron que dicha Agrupación se desmarcara de la dictadura.
Clara Campoamor mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia, defendiendo siempre la igualdad de derechos de la mujer y la libertad política. Trabajó con Enrique Martí Jara, amigo de Manuel Azaña en el embrión de Acción Republicana, en cuyo Consejo Nacional figuró al principio. Sin embargo, nunca logró su ideal estratégico: la unión de todos los republicanos en un gran partido de centro con Azaña como delfín natural de Alejandro Lerroux.

 

Después de la rebelión de Ángel García Hernández y Fermín Galán en Jaca, y el proceso contra el Comité Revolucionario, Clara asumió la defensa de algunos de los implicados, entre los que se encontraba su hermano Ignacio.
Tras proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida diputada por la circunscripción de la ciudad de Madrid en las elecciones de 19318​ (entonces las mujeres podían ser elegidas, pero no ser electoras) por el Partido Radical, al que se había afiliado por haberse proclamado este "republicano, liberal, laico y democrático", constantes de su propio ideario político.
Durante el periodo de las Cortes Constituyentes de 1931 formó parte del equipo que elaboró el proyecto de la Constitución de la nueva República integrada por veintiún diputados. En dicho organismo luchó por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto femenino”. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse en las Cortes de España.
La izquierda, con la excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, no quería que la mujer votase porque se suponía que estaba muy influida por la Iglesia y votaría a favor de la derecha. Por ello, el Partido Radical Socialista enfrentó a Clara con otra reconocida diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres. El debate final celebrado el 1 de octubre fue un acontecimiento. Campoamor fue considerada como la vencedora y la aprobación del artículo 36 que posibilitó el sufragio femenino se logró con 161 votos a favor por 121 en contra. Contó con el apoyo de la mayor parte del Partido Socialista —con algunas excepciones importantes como la de Indalecio Prieto—, buena parte de la derecha, casi todos los diputados de Esquerra Republicana de Catalunya y pequeños grupos republicanos como los progresistas y la Agrupación de Defensa de la República. En contra se votaron Acción Republicana, el Partido Radical Socialista y, lo que más pudo contrariar a Clara, el propio Partido Radical salvo otros cuatro compañeros.


Ni ella ni Victoria Kent consiguieron renovar sus escaños en las elecciones de 1933. En 1934, Clara Campoamor abandonó el Partido Radical por su subordinación a la CEDA y los excesos en la represión de la insurrección revolucionaria en Asturias. Pero cuando ese mismo año, intentó unirse a Izquierda Republicana, su admisión fue denegada. Fue entonces cuando escribió y publicó —en mayo de 1935— Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, todo un testimonio personal de sus luchas parlamentarias.
Al estallar la Guerra Civil se exilió y en 1937 publicó en París: La revolución española vista por una republicana, donde narra su experiencia en Madrid, mostrándose crítica con el comportamiento de los republicanos. Vivió una década en Buenos Aires donde se ganó la vida traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías. Publicó 29 textos divulgativos en la revista femenina Chabela entre 1943 y 1945 e hizo traducciones De pane lucrando del francés, por ejemplo de Víctor Hugo y de Émile Zola. Intentó regresar a España a finales de la década de 1940, pero desistió al conocer la noticia de que estaba procesada por su pertenencia a una logia masónica. En 1955, se instaló en Lausana (Suiza) donde trabajó en un bufete de abogados hasta que perdió la vista. Murió de cáncer el 30 de abril de 1972. Sus restos fueron trasladados días después al cementerio de Polloe en San Sebastián​ y se conservan en el panteón de la familia Monsó Riu por ser Clara madrina de la familia.


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