jueves, 30 de enero de 2020

LAVINIA FONTANA







Lavinia Fontana,  pintora italiana del primer barroco. Fue una de las pintoras más importantes de su época, dirigió su propio taller​ y fue pintora oficial de la corte del papa Clemente VIII. El catálogo de su obra es bastante extenso, se tiene constancia de 135 obras suyas, aunque sólo se conservan 32 fechadas y firmadas.
Lavinia Fontana, nació en 1552 en Bolonia (Italia), ciudad en la que se percibe un gran ambiente cultural en la época, prueba de ello es la construcción de la primera universidad del mundo.​ Además, también es una ciudad que destaca por su progresismo, de hecho, la Universidad de Bolonia fue la primera en aceptar a mujeres para que cursaran sus estudios. Fue hija del pintor Prospero Fontana, pintor de la escuela de Bolonia, que le enseñó el oficio. El estilo de Fontana fue, efectivamente, muy cercano al manierismo tardío que practicaba su padre. Ya desde muy joven se hizo un nombre como pintora de pequeñas obras de gabinete, principalmente retratos. La mayoría de las mujeres que en esta época se dedicaron a la pintura, aprendieron con sus padres. Y muchas se casaron con otro pintor del mismo taller, lo que facilitaba que pudieran seguir dedicadas a ese trabajo.​ También es el caso de Fontana que se casó en 1577, con 25 años, con Gian Paolo Zappi. También era pintor del taller de Prospero Fontana y miembro de una familia noble. Tuvo once hijos con él. Siguió pintando durante su matrimonio para ayudar a la familia mientras su esposo se encargaba de la casa y asistía a su mujer como ayudante. Zappi, también ayudaba a su esposa en las labores artísticas, se dice que le ayudaba a realizar el fondo de sus obras. En 1603, tras la muerte de su padre, se muda permanentemente a Roma. Aquí fue elegida pintora oficial de la corte del papa Clemente VIII. También obtuvo el mecenazgo de los Boncompagni. Fue elegida como miembro de la Academia di San Luca. Con la muerte del papa Clemente VIII en 1605 fue designada retratista de la corte del papa Paulo V.


Lavinia Fontana consiguió una fortuna que utilizó en obtener una gran colección de antigüedades. Hasta su muerte en Roma en 1614, Fontana recibió varios reconocimientos, en 1611 se acuñó una medalla en su honor realizada por el escultor Felipe Antonio Casoni, en la que se le representa de perfil por el anverso, y de frente a su caballete en el reverso.
Lavinia Fontana, fue una de las artistas femeninas más reconocidas en el Renacimiento junto a Sofonisba Anguissola. Se puede apreciar la influencia de la pintora de Cremona, en su gusto por los detalles y su excelente técnica a la hora de recrear joyas y tejidos. Trabajaron en el mismo contexto, como cualquier pintor masculino, aceptando encargos de particulares y viviendo de sus ingresos como artistas. Su producción es la mayor de una mujer antes del siglo XVIII. Se conservan, firmadas y fechadas, 32 pinturas, pero documentadas hay más de 135. Se observa, claramente, la influencia de su padre en las primeras obras, desarrollando un arte religioso claro, directo y fácil. Fue educada rodeada de grandes artistas como Ludovico Carracci del que también tuvo influencia, utilizando colores fuertes que eran característicos de la escuela veneciana. Gracias a ello, pudo desarrollar un estilo propio. Adquirió gran fama en Bolonia, y dicha fama se extendió por toda Italia. Como su padre, Fontana obtuvo su fama gracias a sus excelentes retratos. En sus retratos, los modelos posan de forma natural y destaca su gran capacidad para pintar la ropa y las joyas. Gradualmente fue adoptando el estilo clasicista de los Carracci, contemporáneos y protagonistas de la escena artística boloñesa con su academia de postulados clasicistas opuestos tanto al manierismo como al naturalismo de Caravaggio, a quienes se unieron posteriormente Guido Reni y Domenico Zampieri, con un colorido fuerte casi veneciano. Recibió la influencia de artistas como Correggio y Scipione Pulzone.​ Fue admitida en la Academia de Roma. Cabe destacar que Fontana llegó a pintar desnudos, tanto masculinos como femeninos, en sus pinturas religiosas y mitológicas de gran formato lo que era excepcional en una pintora.
Lavinia Fontana,  pintora italiana del primer barroco. Fue una de las pintoras más importantes de su época, dirigió su propio taller​ y fue pintora oficial de la corte del papa Clemente VIII. El catálogo de su obra es bastante extenso, se tiene constancia de 135 obras suyas, aunque sólo se conservan 32 fechadas y firmadas.
Lavinia Fontana, nació en 1552 en Bolonia (Italia), ciudad en la que se percibe un gran ambiente cultural en la época, prueba de ello es la construcción de la primera universidad del mundo.​ Además, también es una ciudad que destaca por su progresismo, de hecho, la Universidad de Bolonia fue la primera en aceptar a mujeres para que cursaran sus estudios. Fue hija del pintor Prospero Fontana, pintor de la escuela de Bolonia, que le enseñó el oficio. El estilo de Fontana fue, efectivamente, muy cercano al manierismo tardío que practicaba su padre. Ya desde muy joven se hizo un nombre como pintora de pequeñas obras de gabinete, principalmente retratos. La mayoría de las mujeres que en esta época se dedicaron a la pintura, aprendieron con sus padres. Y muchas se casaron con otro pintor del mismo taller, lo que facilitaba que pudieran seguir dedicadas a ese trabajo.​ También es el caso de Fontana que se casó en 1577, con 25 años, con Gian Paolo Zappi. También era pintor del taller de Prospero Fontana y miembro de una familia noble. Tuvo once hijos con él. Siguió pintando durante su matrimonio para ayudar a la familia mientras su esposo se encargaba de la casa y asistía a su mujer como ayudante. Zappi, también ayudaba a su esposa en las labores artísticas, se dice que le ayudaba a realizar el fondo de sus obras. En 1603, tras la muerte de su padre, se muda permanentemente a Roma. Aquí fue elegida pintora oficial de la corte del papa Clemente VIII. También obtuvo el mecenazgo de los Boncompagni. Fue elegida como miembro de la Academia di San Luca. Con la muerte del papa Clemente VIII en 1605 fue designada retratista de la corte del papa Paulo V.


Lavinia Fontana consiguió una fortuna que utilizó en obtener una gran colección de antigüedades. Hasta su muerte en Roma en 1614, Fontana recibió varios reconocimientos, en 1611 se acuñó una medalla en su honor realizada por el escultor Felipe Antonio Casoni, en la que se le representa de perfil por el anverso, y de frente a su caballete en el reverso.
Lavinia Fontana, fue una de las artistas femeninas más reconocidas en el Renacimiento junto a Sofonisba Anguissola. Se puede apreciar la influencia de la pintora de Cremona, en su gusto por los detalles y su excelente técnica a la hora de recrear joyas y tejidos. Trabajaron en el mismo contexto, como cualquier pintor masculino, aceptando encargos de particulares y viviendo de sus ingresos como artistas. Su producción es la mayor de una mujer antes del siglo XVIII. Se conservan, firmadas y fechadas, 32 pinturas, pero documentadas hay más de 135. Se observa, claramente, la influencia de su padre en las primeras obras, desarrollando un arte religioso claro, directo y fácil. Fue educada rodeada de grandes artistas como Ludovico Carracci del que también tuvo influencia, utilizando colores fuertes que eran característicos de la escuela veneciana. Gracias a ello, pudo desarrollar un estilo propio. Adquirió gran fama en Bolonia, y dicha fama se extendió por toda Italia. Como su padre, Fontana obtuvo su fama gracias a sus excelentes retratos. En sus retratos, los modelos posan de forma natural y destaca su gran capacidad para pintar la ropa y las joyas. Gradualmente fue adoptando el estilo clasicista de los Carracci, contemporáneos y protagonistas de la escena artística boloñesa con su academia de postulados clasicistas opuestos tanto al manierismo como al naturalismo de Caravaggio, a quienes se unieron posteriormente Guido Reni y Domenico Zampieri, con un colorido fuerte casi veneciano. Recibió la influencia de artistas como Correggio y Scipione Pulzone.​ Fue admitida en la Academia de Roma. Cabe destacar que Fontana llegó a pintar desnudos, tanto masculinos como femeninos, en sus pinturas religiosas y mitológicas de gran formato lo que era excepcional en una pintora.

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