jueves, 20 de febrero de 2020

ELENA FORTÚN





 


María de la Encarnación Gertrudis Jacoba Aragoneses y de Urquijo nació el 17 de noviembre de 1886 en Madrid. Era la hija única de Leocadio Aragoneses y Esteban, alabardero de la Guardia Real, y de Manuela de Urquijo y Ribacova, de la nobleza vasca. Fue criada por un ama pues su madre no gozó de buena salud como le pasó a ella. Pasaba los veranos en la villa segoviana de Abades, en casa de su abuelo paterno, Isidro Aragoneses. Para protegerla por su mala salud y por conciencia de clase, su madre no le permitía jugar con otros niños. Eso hizo que formara una personalidad solitaria, soñadora e hipersensible. Se casó a los dieciocho años de edad, en 1908, con un primo segundo, Eusebio de Gorbea y Lemmi, militar y también escritor, con quien tuvo dos hijos; Luis y Manuel. Su marido fue destinado con frecuencia fuera de Madrid, y ella no siempre le acompañó. En 1919 se instalaron en la calle Ponzano y como vecino tuvieron a Santiago Regidor, catedrático de dibujo y colaborador en Blanco y Negro. Gracias a las tertulias en su casa Fortún conoció a figuras relevantes de la intelectualidad de la época. Entre otras conoció a María Rodrigo, María Martos y María Lejárraga. En 1920, falleció prematuramente su hijo pequeño, apodado Bolín, que contaba con diez años. En 1922 su marido fue destinado a Tenerife y la familia le acompañó durante los dos años de estancia. Allí entabló una gran amistad que perduró hasta su muerte con Mercedes Hernández, esposa de Eduardo Díez del Corral, compañero de su marido. Esta familia inspiró a los personajes de Fortún. Allí publicó sus primeros artículos en el periódico La Prensa. Volvió a Madrid en 1924. Fue nombrada secretaria de la asociación Mujeres Amigas de los Ciegos y estudió Braille para realizar mejor su trabajo. Entró a formar parte de la Sociedad Teosófica de Madrid. En la Residencia de Señoritas, dirigida por María de Maeztu, estudió Biblioteconomía en la biblioteca que ésta tenía por la fusión de su propia biblioteca con la del Instituto Internacional. La directora era Enriqueta Martín que organizó los estudios que después cursó Fortún. De estas clases surgió la Asociación Libros, que publicó una revista con el mismo nombre en la que colaboró Fortún junto a Carmen Conde, Ernestina de Champourcín y Enriqueta Martín entre otras. Las ilustraciones estaban a cargo de Viera Esparza. Se hizo socia del Lyceum Club Femenino, lugar de encuentro de las intelectuales en Madrid, donde fue a leer todas las tardes durante once años.​ En sus artículos publicados en La prensa, propuso temas en los que ahondaba en la nueva condición femenina, por ejemplo, defendió la ilegalización de la prostitución rebatiendo la idea de que era un mal necesario ya que solo beneficiaba a los hombres.
Los primeros trabajos firmados por Elena Fortún aparecen como colaboraciones periodísticas en la revista La Moda Práctica.​ María Lejárraga le animó a publicar sus relatos en lugar de vender aspiradoras Electrolux ya que aspiraba a independizarse económicamente de su esposo.​ Así le presentó a Torcuato Luca de Tena, director de ABC, donde comenzó a publicar en Gente Menuda, suplemento infantil del dominical Blanco y Negro, junto a otros autores como Magda Donato y Salvador Bartolozzi.​ El pseudónimo de Elena Fortún lo sacó del título de la novela de su marido, Los mil años de Elena Fortún, publicada en 1922. La primera colaboración fue el 24 de junio de 1928, Celia lo que dice. Cada domingo aparecían sus colaboraciones, además escribió cuentos y colaboró en Cosmópolis, Crónica, Estampa, Semana y otras revistas infantiles. En muy poco tiempo estos relatos le hacen célebre, al tiempo que su marido queda en un segundo plano.
Se compraron una casa en Chamartín de la Rosa que será la que aparezca en Celia en la revolución.
La Editorial Aguilar adquirió los derechos de publicación y fue publicando los diferentes títulos bajo el nombre de Celia y su mundo. Para la feria del libro de 1935, entregó cuatro libros, Celia y sus amigos, con ilustraciones de Gory Muñoz; Cuchifritín, el hermano de Celia, el primero de Cuchifritín, que estaba dedicado a Félix, el niño que lo inspiró, hijo de su amiga Mercedes Hernández; El bazar de todas las cosas y uno de comedias infantiles, Teatro para niños. Siguió publicando sobre Cuchifritín y Matonkiki hasta 1936. En 1934 publicó también junto a María Rodrigo Canciones infantiles. Además dirigía un consultorio: La Quiromancia al alcance de todos, en Crónica en 1935.​ Es en esta época cuando conoce a Matilde Ras, introductora de la grafología en España, con la que se carteará hasta su muerte. Ambas formaron parte de la primera generación de feministas españolas con conciencia de grupo y comprometidas con los derechos de las mujeres.​ Tuvieron una relación intensa que se ha calificado de lésbica ya que ambas pertenecieron al Círculo Sáfico creado por la escenógrafa Victorina Durán en Madrid en esos años.


Al comenzar la guerra, su marido, ya retirado, pidió la vuelta al servicio activo y le concedieron la dirección de la Escuela de Automovilismo de Aviación de Barcelona.​ Ella se quedó en Madrid continuando sus colaboraciones en Crónica. En sus artículos escribió sobre los efectos de la guerra en el día a día de la retaguardia, en los niños y las mascotas. La editorial Aguilar siguió publicando los libros de Celia. Estando en 1939 en Madrid ultimando la publicación de su libro Celia madrecita, las tropas de Franco consiguieron romper la resistencia de la capital. Fortún no se reunió con su esposo hasta unos meses después ya en el exilio puesto que ambos habían estado fuertemente comprometidos con el bando republicano y tuvieron que exiliarse tras la Guerra Civil. Tras múltiples peripecias se instalaron en Buenos Aires.​ En Argentina pudo empezar una nueva vida gracias a la ayuda prestada por Victorina Durán, que trabajaba como escenógrafa de Margarita Xirgu. Xirgu fue quien les puso en contacto con el director del diario Crítica, donde Fortún escribió artículos sobre la huella de España en América. También escribió en El Sol sobre grandes personalidades del mundo, sobre todo mujeres, y en La Prensa colaboró con cuentos.​ De 1943 data su libro Celia en la revolución que no verá la luz hasta 1987.​
En 1944 publicó Celia, institutriz en América, que cuenta las dificultades de la adaptación a la vida en el exilio ya que Celia acompañará a su padre, militar republicano en su huida. Este libro fue prohibido por la censura franquista. En Buenos Aires conoció a Inés Field, mujer de profunda religiosidad que influiría profundamente en ella. De esa época es el Cuaderno de Celia, en que trata de la primera comunión de la protagonista. En 1948 decidió regresar a España e instalarse en Madrid. Mientras estaba gestionando la vuelta de ambos y regularizando la situación de Gorbea con el régimen, éste se suicidó en Buenos Aires el 16 de diciembre de 1948. Volvió a Argentina para solucionar la testamentaría y mientras tanto salieron publicados La hermana de Celia; Mila, Piolín y el burro y Celia se casa. Marchó a vivir a Nueva York con su hijo pero la convivencia no fue buena y decidió volver a España instalándose en Barcelona ya que Madrid le traía muchos recuerdos. Allí conoció a Carmen Laforet cuando esta dio una conferencia en el Ateneo en la que hablaba de forma amena y divertida de cómo se ocupaba de la literatura cuando los niños dormían y la noche estaba muy entrada. Era en esos momentos cuando leyendo títulos de libros empezaba a imaginar sus títulos. Esto conmovió a Fortún que en sus primeros años de exilio había trabajado en la Biblioteca de Buenos Aires gracias a la intervención de Jorge Luis Borges, al que conocía a través de su hermana Norah Borges, amiga suya de los tiempos del Lyceum. Comenzaron una relación epistolar que duró hasta la muerte de Fortún.​ También se relacionó epistolarmente con Carmen Conde y Esther Tusquets. Siguió escribiendo y en 1950 publicó Los cuentos que Celia cuenta a las niñas y Los cuentos que Celia cuenta a los niños. Su último libro publicado en ese año, Patita y Mila, estudiantes fue un rotundo éxito.​ Ya no es un libro de literatura infantil sino juvenil. No pudo continuar la saga porque su editor Manuel Aguilar quiso que escribiera un libro sobre Celia y Miguelín que dejó en borrador y sería el primer libro de una serie sobre la crianza de niños. Pero gravemente enferma de cáncer de pulmón volvió a Madrid donde falleció a los sesenta y cinco años de edad el 8 de mayo de 1952.


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